Las cosas como son: equivocarse no mola. Da vergüenza y es un poco tierra, trágame. Por otro lado, cuando algo te sale bien, se te queda buen sabor de boca. Te sientes bien, a gustito en tu zona de confort, porque es lo bueno conocido. Pero ¿y si los errores no fueran tan vergonzosos como parece?
Imagínate que estás en el Reino Unido. Has conocido a gente y te invitan a comer fish & chips, pero te has constipado y quieres decirles en inglés que no puedes ir. Pero, en vez de decir «I have a cold», se te escapa «I'm constipated», que significa que tienes estreñimiento. Se te pone la cara como un tomate, y no es por estreñimiento. 😳
Se pasa vergüenza, sí, pero venimos a decirte que, en realidad, los errores son los buenos disfrazados de malos. Como Bruce, el tiburón de Buscando a Nemo, o Severus Snape.
No pasa nada por equivocarse. De hecho, te estás haciendo un favor. ¡No hay mal que por bien no venga! Así entiendes por qué lo has dicho mal y la próxima vez será más probable que lo digas bien. Ya tenemos claro que a veces los errores nos hacen un favor. ¡El siguiente paso es aprender a perder el miedo a equivocarnos! Así te verás con más confianza para hablar, y esa es la forma de avanzar.
No te preocupes por la gramática
Ya, es un poco raro que lo diga alguien que se supone que sabe de idiomas, pero, de hecho, está demostrado que ponerse a empollar gramática (y, por tanto, la teoría detrás de formar oraciones y el porqué de la sintaxis) demasiado pronto puede ralentizar el proceso de aprendizaje.
Aunque parezca ilógico, este año nos gustaría que salieras de tu zona de confort. Eso supone lanzarte de cabeza al aprendizaje de idiomas, ¡sin paracaídas! Ya pulirás la gramática más adelante. Relacionarte con gente es más importante.
Piénsalo: no aprendiste a nadar leyendo un manual de instrucciones. En la práctica, sería muy complicado. Aunque entiendas el concepto de mover las piernas y los brazos y de respirar hondo, cuando te metas en la piscina, vas a flipar, y seguramente acabes tragando agua.
Venga, rompe el hielo
Si metes la gamba y alguien se ríe, a lo mejor estás a punto de trabar una nueva amistad. Además, la risa libera dopamina, y hay estudios que demuestran que puede ayudarte a memorizar cosas. Seguro que por eso te sabes todos los diálogos de los Simpson. O de Friends. O de Monty Python.
El recuerdo de cuando le dijiste a alguien en italiano que ibas a «friggere le gambe» (freír las piernas) en lugar de «friggere i gamberi» (freír las gambas) no se te olvidará con tanta facilidad como una cena sin incidentes y, desde luego, no volverás a cometer el mismo error.
¿El alcohol es tu mejor amigo?
Ahora imagínate esto: estás en un bar, ya llevas un par de copas y, por arte de magia, parece que hablas idiomas mucho mejor. Las frases te salen solas, ya no te atascas con la gramática y de repente eres capaz de mantener una conversación trepidante. Si te equivocas, ¡no pasa nada! Te ríes y a otra cosa. Entonces, ¿por qué te cuesta tener las mismas conversaciones estupendas cuando no has bebido?
La respuesta se resume en una palabra: desinhibición. Lo dice la ciencia: Una revista científica de psicofarmacología publicó un estudio que demuestra que el consumo de alcohol mejora la comunicación en otros idiomas. Ojo, no queremos decir que practiques con una birra en la mano, pero la moraleja es que hay que lanzarse a hablar y aprender luego de los errores que has cometido.
Ayudan a la comprensión
Es normal meter la pata cuando aprendes idiomas y, por tanto, que te preocupe. ¿Quién no ha pronunciado mal una palabra, confundido el género de un sustantivo o caído en un falso amigo? O sea, palabras que suenan parecidas en otro idioma, pero cuyo significado no tiene nada que ver.
Pero no hay que preocuparse por los errores. Es más: te hacen un gran favor. Te hacen pensar en el porqué del error. Así, cuando lo averigües, empezarás a comprender cuál es la forma correcta de decirlo.
¿Cómo te ayudamos aquí a mejorar la comprensión? Memrise te anima a lanzarte a hablar desde el principio. Si te equivocas cuando estás aprendiendo una palabra nueva, la marcaremos como «palabra difícil» y te la recordaremos para hacer hincapié. Así allanamos el camino para que retengas la información.
Los errores te enseñan cosas nuevas
Cuando tengas ocasión de hablar otro idioma, plantéatelo como una oportunidad para aprender, en vez de preocuparte por cometer un error de esos que te asaltan cuando intentas pegar ojo. Aprende a decir «estoy aprendiendo, avísame si me equivoco», y así no te pillará por sorpresa.
Es totalmente normal que se te cuele alguna norma de tu propio idioma cuando estás aprendiendo otro. Es la costumbre y, al fin y al cabo, en tu cabeza tiene sentido, pero… deja de tenerlo cuando lo dices en voz alta. Pero gracias a ese despiste te has dado cuenta de la diferencia y, ZAS, ¡has aprendido algo nuevo!
La confianza es clave
¡Queremos insistir! Los errores también son una maravilla porque, cuando te das cuenta de que te hacen más bien que mal, te entran ganas de seguir lanzándote a hablar sin vergüenza. Cuanto más te equivoques, menos te importará, y eso, a la larga, te beneficia.
¡Tus pifias son un superpoder! ¿Lo has dicho bien? Estupendo. ¿Lo has intentado pero lo has dicho mal? Choca esos cinco y 10 puntos para Gryffindor. Y, si siempre te sale bien, eso significa que puedes esmerarte aún más y pasar al siguiente nivel. ¿Y qué hay en ese nivel? Más errores.
#ArribaLosTests
Cada vez que repasas palabras en Memrise y te pones a prueba, el proceso de buscar la respuesta correcta deja un caminito de migas de pan para que tu cerebro la memorice a largo plazo. Cuanto más aciertes, más claro está el camino en tu cabeza.
Y si no aciertas, no pasa nada, porque la palabra destacará y la próxima vez se te hará un poco más fácil. Estarás colocando letreros en tu cabeza con una flecha en la dirección correcta. Así que, si crees que cometer errores significa que no estás aprendiendo, ¡nada más lejos de la verdad! Son todo ventajas.
Anímate a practicar, a probar algo nuevo y lanzarte. Adelante, equivócate (¡con o sin alcohol!) y no te rayes si se te escapa alguna "gamba" en plena conversación.